Ahuautle, delicioso “amaranto de agua” que consumían los aztecas

¿Cuál es el producto animal o vegetal más pequeño que conscientemente se ha llevado a la boca? En esta sección hemos hablado de insectos comestibles, como la hormiga chicatana, y de algo más pequeño, como las larvas de hormiga reina de la especie Liometopum apiculatum, los escamoles, consideradas por muchos como el caviar mexicano.

Sin embargo, hay un producto aún más pequeño que ya consumían los aztecas, la hueva de axáyacatl o chinche de agua, un insecto comúnmente denominado ahuautli, ahuahutli o ahuautle, nombre con el que se conoce a seis especies particulares de hemípteros, orden que en el sentido amplio incluye avispas, abejas, hormigas y pulgones, entre otros insectos.

Ahuautli proviene del náhuatl “atl” (agua) y “huautli” (semilla de la alegría o amaranto), por lo cual, significa “amaranto de agua” o “bolitas de agua”. Basta ver los huevecillos, que son ricos en proteínas, tiamina, fósforo y potasio, para relacionarlos con esa popular semilla.

En el mercado también puede encontrar el axayácatl como “mosco para pájaros”, aunque, como ya indicamos, no es un mosco, sino una chinche. Tanto el insecto en estado adulto como sus huevas son comestibles.

 

Como comer camarón

La ahuautle es un platillo artesanal, con un costo elevado. Se dice que su sabor es parecido al del camarón molido. De ahí que originalmente acompañaba al revoltijo (romeritos), pero posteriormente fue sustituido por tortas de camarón seco.

Los relatos de la Conquista cuentan que se entregaba como ofrenda a la divinidad Xiuhtecutli y que se traían a la corte de Moctezuma a diario para que el emperador pudiera comerla fresca en el desayuno. Se comía en tortas o revuelta con huevos de aves nativas. Los conquistadores se acostumbraron a consumirla los viernes, cuando la religión católica les impedía comer carnes rojas.

Aunque el axayácatl no es precisamente un insecto acuático, se reproduce en el agua, sobre todo en las zonas lacustres del Valle de México. Para muchos, sus huevecillos son el auténtico “caviar mexicano”. Es cuestión de una degustación.

La “cosecha”

La ahuautle se “cosechaba” usando la hoja de la mazorca, que se sustituyó por mallas de tul transparente o ramas secas que se colocan en la orilla de los lagos, atadas a una pequeña estaca para que no se alejen. Luego de 15 a 20 días, periodo en el que el axayácatl llega a depositar miles de huevecillos no mayores a un milímetro de diámetro, se retira el tul o el enramado para extraerlos.

Una vez lavados, se secan y tuestan, se muelen en metate hasta lograr una harina muy fina que se mezcla con clara de huevo, trozos pequeños de nopal, queso y sal. Se preparan pequeñas tortas que se fríen con aceite o manteca y se acompañan con la salsa de su preferencia. También se usan en la preparación de tamales o mixiotes.

Su cultivo es simple y barato, aunque alcanza altos precios en el mercado por la gran demanda. Además, se encuentran en peligro por la desecación y contaminación de los lagos en los que tienen su hábitat.

A pesar de eso, la chinche todavía se puede encontrar al oriente de la Ciudad de México, ya que es un platillo que se niega a morir. En el barrio de San Pedro, en Chimalhuacán, Estado de México, aseguran que este platillo es una herencia directa de sus antepasados, quienes en su riqueza culinaria contaban con platillos a base de pescados, anfibios, insectos y aves. La temporada para comerlo va de julio a octubre.

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