Arroyo Seco, en la Sierra Gorda de Querétaro, pone a prueba al aventurero

Para el turista aventurero, nada mejor que conocer la Sierra Gorda, en Querétaro, y sus pintorescos poblados, como Arroyo Seco, un sitio rodeado de ríos, pinturas rupestres, artesanías e historia.

En la cabecera municipal sus artesanos destacan por la elaboración de sillas de montar, atractivas cuartas de piel, barrilitos y barricas de madera, hechos con sabino para lograr la retención del agua.

 

El río Concá, afluente del Santa María, atraviesa el sur del municipio; la parte norte es la menos húmeda, sin embargo, es la más cercana al río Verde.

Si de gastronomía se trata, se puede consentir el paladar con las enchiladas serranas con cecina o con barbacoa de borrego cubierta con pencas de maguey. Como postre, la chancaquilla, dulce de piloncillo con semilla de calabaza; para beber, pulque, miel de maguey o atole de maíz de teja.

 

 

Para los apasionados de la historia, nada mejor que la zona arqueológica Arroyo Seco, integrada por una planicie y dos pequeñas elevaciones naturales de relevante valor paisajista, donde se ubican los conjuntos pictóricos que le confieren a lugar su valor patrimonial y que lo distinguen como una de las concentraciones de arte rupestre más importantes del país.

De los 46 espacios con grafías, actualmente sólo se muestra el 25 por ciento de los motivos  pictóricos, en dos elevaciones rocosas que los contienen.

Algunas de las grafías son representaciones humanas en actividades como la caza o danzando en pequeños grupos. También hay motivos zoomorfos: zorros, coyotes, perros y venados; águilas, lagartijas y ranas, e insectos como arañas o alacranes, así como vegetales, como la planta de maíz o quizá de peyote.

Se definen cinco etapas de poblamiento, que corresponden a los diferentes periodos donde fueron plasmadas las pinturas. La primera sería por lo menos 7000 A.C., durante la etapa del nomadismo pleno hasta aproximadamente 200 o 400 D.C., cuando las sociedades hegemónicas del centro de México, Teotihuacan principalmente, inician la colonización del norte.

 

La segunda etapa de arte rupestre dataría de 400 antes de nuestra era a 1100 de la época actual, periodo, en la que conviven directamente las sociedades de cazadores-recolectores y las hegemónicas. La tercera sería de 1100 D.C. a 1500 D.C., lapso al que se le llama la época chichimeca, donde los territorios en cuestión son abandonados por las sociedades agricultoras y recuperados por los cazadores-recolectores.

La cuarta etapa abarcaría la época virreinal, y la última, relativa al arte rupestre del siglo XIX y principios del XX, sucede durante la colonización de una parte de la Sierra Gorda queretana y guanajuatense por parte de criollos y mestizos, entre otros.

 

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