La huella de la comida, el desgaste del planeta Tierra

Recolectores, agricultores y, finalmente, desempacadores, es el resumen de la historia de la humanidad del administrador de Recursos Naturales Albert Martin Baena Regel, desde el punto de vista de la alimentación, en momentos en los que cada día más personas se cuestionan la forma en cómo se produce y distribuye la comida.

El inicio de los problemas en la Tierra

En el principio, los seres humanos eran recolectores, iban a un punto geográfico y consumían todo lo que ahí había, al terminar, buscaban un sitio nuevo, y daban oportunidad de que el anterior se recuperara del efecto depredador y se regenerara.

Surgió la agricultura, los hombres y mujeres se encontraron más seguros con el control de los alimentos, pero, justo en ese instante, comenzaron los problemas para el planeta Tierra. El especialista en Gestión Ambiental por el Centro Universitario Marista, explicó que al comenzar con el ciclo de la siembra inició también el desgaste del suelo.

 

 

El hombre comenzó a arar la tierra y esta acción generó una reacción en cadena que incluyó la domesticación de animales y una nueva forma de vida: se comenzó a generar el capital, surgió el matrimonio (entendido como la unión de un hombre y una mujer para formar una familia), las familias tomaron conciencia de sí mismas y, al avanzar el tiempo, surgieron las castas, las estructuras sociales… Roma, Constantinopla, el Renacimiento, la época actual.

El ex director general de la Reserva Cuxtal, en Yucatán, incluye otros momentos de la historia mundial en el desarrollo de las formas de alimentación, como cuando los científicos alemanes Fritz Haber y Carl Bosch utilizaron el nitrógeno para crear uno de los elementos del fertilizante y, por consiguiente, para la alta producción de cultivo.

Lo anterior aunado a la Revolución Industrial permitió que más seres humanos tuvieran acceso a alimentos y, por consiguiente, que la salud mejorara, hubiera una sensación de desarrollo y seguridad, las familias tuvieran más hijos, la esperanza de vida se incrementara, llegáramos a los Baby Boomers y al neoliberalismo y la globalización.

Las consecuencias, explica Baena Regel, es que el suelo está seco y la tierra ha dejado de ser creadora de vida, de modo que hay un efecto indirecto y crónico entre el medio ambiente y la temperatura del planeta.

 

Más problemas para la Tierra

Si bien la especie humana está aumentando y viviendo más años con una mejor calidad de vida, también es verdad que, en consecuencia, “se pierden energía y materia para tratar de producir algo que requiere más energía y materia”, indica el también maestro en Administración.

Eso quiere decir que se están invirtiendo recursos en productos que, finalmente se destinarán para el consumo de los animales que terminarán en los platos de la gente, como la carne de res, puerco, pollo, etc.

La Tierra tiene un límite, las emisiones de las vacas, la bacterias, las enzimas, el metano, el bióxido de carbono, los gases de efecto invernadero… ¿Cuánto cuesta tener un tomate?, pregunta Albert, si se toma en cuenta las zonas que se han deforestado para tener más áreas de cultivo, si la distribución requiere de recorrer distancias cada vez más largas, con su consecuente huella de carbono. “Hay una tecnificación grosera”.

 

¿Cómo salvamos a la Tierra?

Después de sacar la cuenta de los miles de años que el ser humano lleva desgastando al planeta, puede surgir una sensación de desesperanza, de que la humanidad la ha “regado” tanto que ya no hay remedio.

Sin embargo, el planeta es resiliente y el también especialista en “Clima y sus impactos en el medio ambiente”, por la Universidad Karl-Franzens de Graz, Austria, considera que hay acciones que podrían representar una alternativa.

 

El camino hacia la utopía

Respetar ciclos de las plantas, Consumir Local y de temporada, Acudir a los mercados locales, Fortalecer la economía regional, Aplicar una reingeniería para la producción de alimentos, Regenerar los ciclos de producción, Disminuir el consumo de carne, Producir en casa, Descentralizar la producción, Distribución equitativa del dinero, Transformación de políticas públicas

 

Es posible tener una vida sustentable que no signifique la destrucción del planeta, sin embargo, los precios a pagar son elevados. En la propuesta de Albert Martín hay que regresar a lo básico, para él, lo ideal es un sistema de producción familiar.

En entrevista para Ambigú, explica que el ejemplo es Mérida, donde muchas personas que viven en las comisarías viajan a la capital de Yucatán para trabajar. Ellos viven en espacios con grandes patios que han quedado abandonados, cuando podrían ser huertas perfectas donde los abuelos podrían plantar hortalizas, yerbas aromáticas, árboles frutales, e involucrar a los niños que quedan a su cuidado mientras los padres van a trabajar.

Trabajar esos patios pondría en el mercado productos saludables, que cada día tienen mayor demanda, y llegar a descentralizar la producción.  Además, considera que quedarse en los lugares de origen permite mantener el acervo cultural y, aunque suene romántico, “da vida a la comida”.

Y llama la atención sobre el hecho de que cada vez es más común que la gente aproveche cada espacio que tiene en sus hogares en la ciudad para crear zonas verdes. “Es un elemento estético, que da personalidad a los espacios, además los productos que de ahí surgen no tienen agroquímicos”.

De acuerdo con el experto, la gente ya comienza a cultivar sus propios productos en huertos caseros. Los hay a nivel del suelo, que se pueden hacer de la dimensión disponible; también hay huertos elevados, una especie de cajas que se adaptan al espacio en el que se vayan a ubicar, y los llamados canché, un huerto elevado maya. En éstos se pueden sembrar yerbas aromáticas, como albahaca, romero, eucalipto, menta, también cebollina rábano, lechuga, chiles como el habanero, el x’catic, el dulce, etc., así como maíz, pepino blanco, calabaza yucateca, calabaza italiana.

Poco a poco también comienzan a pedir huertos verticales, en los que se puede sembrar lechuga, tomate Cherry, jitomate y casi cualquier especie, excepto los tubérculos.

Albert Martin tiene una empresa que se llama Oox Beh, con la que pretende aplicar su sueño de una vida más respetuosa con la Tierra y sustentable. Entre los servicios que ofrece están los huertos caseros, pero también ha establecido contacto con pequeños productores de comisarías para llevar a Mérida productos de gran calidad.

Además, realiza gestiones legales en temas relacionados con el medio ambiente y brindan asesoría y talleres enfocados en el cuidado del ambiente.

 

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